Castillo Medieval de Cortegana

El aspecto actual del Castillo Medieval de Cortegana es fruto de un dinámico proceso histórico que incluye reformas, restauraciones y modificaciones en varios momentos de su existencia. Su largo periodo de deterioro se vio culminado con el terremoto de Portugal en 1681, que afectó gravemente al edificio. Hacia 1970 fue objeto de una profunda restauración que le devolvió su esplendor. Todo apunta a que tiene su origen en el siglo XIII, aunque la Torre del Homenaje está fechada a finales del siglo XV, en tiempo de los Reyes Católicos.

Forma parte de la denominada Banda Gallega, fortificaciones militares que se construyeron para proteger a las tierras de Sevilla de las incursiones portuguesas.

Es uno de los monumentos más visitados de la provincia de Huelva, y cuenta con la máxima protección patrimonial al ser declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía, el 29 de junio de 1985.

El recinto del Castillo está compuesto por dos sectores:

La cerca, primera línea de defensa del recinto y, donde posiblemente se desarrollara el primitivo núcleo urbano de Cortegana. Está formada por un potente muro protegido por torres de planta cuadrada y rectangular, en una de las cuales se ubicó la puerta de acceso, hoy desaparecida. No obstante, aún se conservan algunos tramos e incluso restos de los torreones originales como el situado en el sector noroeste.

El alcázar, elemento más significativo y reconocible del conjunto. Dispone de un patio de armas con aljibe y un núcleo compacto destinado a estancias.

Nuestro Castillo (el alcázar) consta de un único acceso en su cara sur por medio de una escalinata que te adentra en el patio de armas.

Dentro de éste, y soterrado, destaca el aljibe, un depósito de agua abovedado que ejerció funciones de subsistencia para los moradores del castillo: el alcaide y sus servidores.

La cara este de dicho patio aparece flanqueada por la fachada del palacio, un conjunto de varias salas articuladas en dos plantas superpuestas.

En la planta inferior está la recepción del inmueble y otras habitaciones como la capilla o la cárcel, hoy habilitada como muestrario de varias piezas arqueológicas y otros objetos de interés histórico-artístico.

En la planta superior otras instancias cobran protagonismo, como la habilitada Sala del Alcaide.

La planta del alcázar se encuentra dominada por cuatro torres en los ángulos y dos intermedias en las paredes de sus lados largos. Están unidas entre sí por un adarve o paseo de ronda, al que se accede por una escalera desde el patio de armas. Hoy día, el paseo de ronda no presenta un recorrido continuo, al ser descartada en la restauración de 1971 la rampa que unía el tramo norte del adarve con la terraza alta. Ésta consiste en un espacio abierto que actúa de tránsito para penetrar en la Torre del Homenaje, la de mayores dimensiones de todo el edificio y fechada a finales del siglo XV, en tiempos de los Reyes Católicos.

Todas las torres y lienzos del alcázar están actualmente rematados por una línea de almenas y merlones, a excepción del borje, torre semicircular de la cara oeste, y sus muros adyacentes.

Hoy día, nuestro castillo convertido en un enclave turístico. Tiene nuevos usos, principalmente culturales, como la celebración de las Jornadas Culturales de la Asociación Amigos del Castillo de Cortegana o de las populares Jornadas Medievales. También es posible organizar sesiones fotográficas y preciosas bodas.

Ermita de Nuestra Señora de La Piedad

Dentro del recinto fortificado del castillo, y emplazada en su sector nordeste, se sitúa la Ermita de Nuestra Señora de La Piedad, que consta de una sola nave estructurada en tres tramos separados por arcos fajones rebajados, que apoyados sobre pilastras, soportan una bóveda de medio cañón con lunetos. Su muro trasero está coronado por un camarín de planta cuadrada cubierto con bóveda semiesférica y con bóveda rebajada para el pórtico que se adosa a sus pies.

El origen del santuario posiblemente haya que encuadrarlo en el siglo XIII como un ejemplo más de las numerosas ermitas de repoblación que se erigieron por toda la comarca tras la conquista cristiana. Sabemos que fue la primera parroquia de la población, como nos testimonió Rodrigo Caro en 1634, y que primitivamente estuvo consagrada a Nuestra Señora del Castillo, según las indicaciones de Juan de Ledesma de 1633.

Los retablos e imagen de la iglesia son en su mayoría de mediados y segunda mitad del siglo XX, destacando La Virgen de La Piedad, patrona de la localidad.

Iglesia Parroquial del Divino Salvador

En el centro de Cortegana se encuentra el edificio de culto religioso más emblemático de nuestra localidad, la Iglesia Parroquial del Divino Salvador, ubicada en la plaza del mismo nombre.

Su aspecto actual es fruto de diversos procesos constructivos que parten desde la primera mitad del siglo XIV. Por estas fechas, una vez que la población fue asentándose en el valle, comenzó a erigirse un templo de carácter gótico-mudéjar, con influencias claramente sevillanas, aunque con improntas locales. La “Portada del Perdón” es el acceso principal y data de este momento.

Con esencia renacentista se construyó ya en el siglo XVI un templo columnario de planta de salón, compuesto por tres naves y un presbiterio poligonal ligeramente resaltado al exterior. Los modelos empleados vinculan esta obra con el arquitecto Hernán Ruiz II.

En 1623 comienza a resolverse la fachada del edificio con el levantamiento de una torre que iría emplazada en el ángulo de la nave del evangelio, quedando conclusa definitivamente a finales del siglo XVIII. La torre, de planta cuadrada, se ejecutó con fábrica de ladrillo visto y quedó coronada por un cuerpo de cuatro vanos rectangulares, uno por frente, y una aguja con veleta.

En su interior, alberga numerosos bienes que constituyen su decoración y ajuar. Destaca el Tesoro Parroquial, compuesto por ricas piezas de plata y oro y considerado uno de los mejores y más completos de toda la provincia. Asimismo, es interesante el conjunto de piezas de forja del siglo XVII, constituidos por tres púlpitos y una reja.

La Iglesia de Cortegana, está declarada Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía.

Ermita de San Sebastián

La Ermita de San Sebastián, popularmente conocida como “El Santo”, es un ejemplo de templo gótico-mudéjar que se comenzó a erigir en la primera mitad del siglo XVI correspondiendo a este momento su presbiterio, cubierto con bóveda de crucería gótica y la molduración del arco toral.

El edificio consta de una sola nave dividida en cuatro tramos, más el que forma en sí el presbiterio. Esta nave y la espadaña datan del siglo XVI al igual que las dos portadas, aunque la lateral ha sido muy reformada posteriormente.

Todos sus enseres fueron destruidos en 1936, conservándose tan solo la cabeza de la antigua escultura de San Sebastián, expuesta en el Castillo.

En la actualidad es la sede de la Hermandad de la Vera-Cruz y desde 2019 acoge la exposición de una espléndida obra belenística gracias a la generosidad de Francisco García Vázquez y Alberto Oliver. Se trata de un verdadero Belén Napolitano compuesto por piezas originales, algunas fechadas a finales del siglo XVIII, originarias del mismo Nápoles.

Entre sus escenas pueden admirarse algunas habituales en este tipo de belenes, como el pesebre o Benino, el pastor durmiente, y otras relacionadas con Cortegana como la tienda de productos del cerdo ibérico o los ejemplares de la tradicional cerámica de cuchara

Ermita de Jesus Nazareno

La Ermita del Calvario se sitúa a la salida de Cortegana hacia el Camino del Hurón, completando el eje longitudinal del casco urbano, articulado en torno a las iglesias y ermitas de la población.

Presenta un aspecto muy actualizado, fruto de su reconstrucción en 1974 sobre la antigua capilla del cementerio viejo, vigente hasta los años treinta del siglo XX en los que fue construida la nueva necrópolis.

En su interior se encuentra la extraordinaria talla de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que conserva cabeza y manos del esculpido en 1607 por Blas Hernández Bello, imaginero del círculo de Martínez Montañés.

Plaza de Toros

La Plaza de Toros de Cortegana, construida en 1854, considerada una de las más antiguas de España. Se sitúa en el popular barrio de la “Peñalta”, una de las zonas más altas del pueblo, frente al cerro del Castillo.

Es un edificio de planta circular realizado en mampostería de piedra y reforzado con potentes contrafuertes, visibles en su interior. Tiene dos muros de contención y un relleno de piedra que constituye el graderío. Se añadió un callejón entre éste y el ruedo en la remodelación del 2012, recobrando todo su esplendor y belleza.

Casa Mudéjar

Junto al nacimiento del Río Chanza en Cortegana, abre sus puertas un tesoro arquitectónico anclado en el siglo XV para mostrarnos como era el modo de vida en época mudéjar.

Se trata de una pequeña vivienda construida en el siglo XV que permaneció habitada hasta los años noventa del siglo pasado. Es esta una vivienda muy humilde que consta de tres espacios que subdividen la vivienda según la distribución tradicional. Entrando encontramos en primer lugar un recinto dedicado a la vida diaria, donde se ubicaba la lumbre para calentar y cocinar y la fresquera, mueble ventilado destinado a conservar los alimentos. A través de un arco, que aunque tosco, conserva la forma característica de las construcciones mudéjares, accedemos al dormitorio, un recinto en el que los camastros y los candiles de aceite convivían con los habitantes en las noches de la historia.

Desde el dormitorio accedemos, como es característico, a la cuadra, donde hacían noche los animales que tan necesarios eran para el sustento de los habitantes de este tipo de viviendas hasta bien entrado el siglo XX.

Toda la vivienda conserva el suelo original de albero en todas las estancias y parte de la antigua techumbre, parte de la cual ha sido rehabilitada. El agua se traía en cántaros desde el cercano nacimiento del Chanza y la luz eléctrica fue introducida a la par que las obras de restauración llevadas a cabo cuando el Ayuntamiento adquirió el inmueble tras el fallecimiento de su última moradora en los años noventa.

La puesta en valor de la casa mudéjar ha incluido la reparación de techos y la instalación de luz artificial, conservando elementos tan notorios como el suelo, parte de los techos y las infinitas capas de cal que tapizan sus muros de adobe.

La ilusión del modo de vida en este tipo de casas no sería igual sin diversos elementos que decoran las estancias y que han sido donados para la casa por vecinos del pueblo: D. Juan Manuel Terreros y la familia Romero Román. Antiguo camastro, candiles de aceite, mobiliario diverso y enseres tradicionales que pudieron ser iguales a los que utilizaron hace quinientos años sus primeros inquilinos.

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