El murmullo del gentío aumenta mientras se agolpan en las calles. El sonido, cada vez más ensordecedor, nos produce un estremecimiento al contemplar el paso de centuriones a caballo, comandando la VI legión Victrix, carros, autoridades senatoriales, vestales y pueblo romano que se dirigen en un gran desfile para inaugurar el Mercado.
En el gran pebetero se prende el fuego purificador y en honor a Mercurio, dios del comercio y bajo sus auspicios, queda abierto el Mercaforum.
De repente, toda esa solemnidad y pompa se transforma en bullicio embriagando nuestros sentidos con las dulces flautas de los cómicos, los vivos colores, los variopintos tenderetes que ofrecen mercancias tanto oriundas como exóticas, el tacto de las telas o esa amalgama de olores que prometen deleite y placer con tán distintos sabores.
Y ese remolino de sensaciones nos lleva de un rincón a otro, del Triclinium para el reposo al Ararium para el recogimiento… de la galera con su carga de preciado vino y sufrimiento humano, al templo donde dejar nuestras ofrendas y exvotos…
Tras haber degustado, olido, palpado, la caída de la noche nos anuncia la presencia de nuestro más insigne maestro: Marco Fabio Quintiliano, quien con su excelsa oratoria nos hará recordar con nostalgia las bondades de nuestra amada Calagurris.
La noche se cierra, y el mercado duerme. El bullicio retorna silencio y el descanso se hace necesario para retomar con la misma alegría el día siguiente, donde no faltarán los juegos y la magia para los niños, las tabernas y el oráculo para los “pater familiae”… Comedias, danzas, venta de esclavos, demostraciones de tácticas bélicas…
El Mercado es un continuo fluir de gente, donde nadie queda indiferente ante el esplendor de esta ciudad romana que renació de sus cenizas para alcanzar fama y gloria en todo el imperio.
Cae de nuevo la noche, y con ella, la clausura del Mercado. Los legionarios se abren paso por las calles custodiando al pretor Poncio Pilatos en su traslado a la Fortaleza “Torre Antonia”. Allí escuchará asombrado, el relato de su esposa, Claudia Procula, inquieta por unos extraños sueños donde él, su marido, será juez y parte en la condena de un justo castigado con la cruz. Esta escena da preludio a nuestra Semana Santa con la representación de la Pasión de Cristo (Jueves Santo 21:00).
Al final, la muchedumbre se dispersa con la emoción de haber vivido algo único, un cúmulo de sensaciones se arremolinan en nuestro interior…… son dos días que perdurarán en nuestra memoria.
ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE FIESTAS Y RECREACIONES HISTÓRICAS
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