La Fiesta de las Incursiones Berberiscas en el Mar Menor transporta a alcazareños y visitantes a los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, tiempos difíciles para sus antepasados que vivían bajo la amenaza de la piratería berberisca.

En esa época la población de la albufera marmenorense sufría frecuentes razzias de corsarios procedentes del Norte de África. La amenaza latente de estos piratas motivó la construcción de una densa red de torres vigía que se extendía por el litoral murciano, con el fin de defender a sus habitantes del peligro berberisco.

En Los Alcázares queda como testimonio de estas hazañas pasadas la Torre del Rame o Ramí, que, de origen árabe, experimentó remodelaciones durante la repoblación castellana para prevenir el peligro de las incursiones berberiscas.

Este peligro corsario fue el detonante de la despoblación experimentada por el campo del Mar Menor durante el siglo XVI. En la centuria siguiente, el incremento de la amenaza pirata y la violencia de sus ataques a haciendas y vidas obligó a los habitantes de la zona a retraer sus ganados de las proximidades de la marina, llevándolos a zonas del interior del campo cartagenero-murciano.

Con el trascurrir de la Edad Moderna, la amenaza pirata se irá moderando y hacia el siglo XIX es ya prácticamente testimonial, aunque las incursiones siguen siendo extremadamente peligrosas, como, por ejemplo, la que hizo tristemente famoso al corsario Morato Arráez, que, al frente de sus cinco galeones, arrasó el litoral.