Escudo-Avilés

Las calles y edificios del casco antiguo de Avilés (que junto con el de Oviedo son los más importantes de Asturias) están declarados Conjunto Histórico Artístico por el Estado español. La ciudad conserva importantes vestigios del pasado, algunos de ellos realmente notables.
Durante la Edad Media recibió, en el siglo XI, por parte del Rey Alfonso VI, un Fuero que le supuso valiosos beneficios sociales y económicos. La Villa se fortificó y comenzó a desarrollar una considerable actividad comercial que la convirtió en la segunda población de Asturias.
A ello contribuyó, de modo fundamental, la estratégica situación de su abrigado puerto, por entonces y durante siglos, fue el más importante de la región y uno de los más activos del área atlántica de la época. Su proyección comercial llegaba a los mercados de la meseta castellana.
En el siglo XVII, el crecimiento demográfico hace necesario construir fuera de la ciudadela medieval. El primer edificio fue el palacio municipal, y poco después los de Ferrera y Llano Ponte: todo ello dio origen a la actual plaza de España (El Parche, para los avilesinos) y al nacimiento de las calles de Rivero y Galiana. Es lo que se conoce como el “ensanche barroco”.

PLAZA DE ESPAÑA
Es el centro histórico de Avilés desde hace siglos. Esta original y popular plaza, también conocida con el sobrenombre «El Parche», es una amplia zona peatonal que se caracteriza por la presencia de soportales que unen los edificios de su perímetro.

El origen de la plaza está en el siglo SXVII. En aquella época la mayor parte de la villa vivía protegida por la muralla medieval, pero las edificaciones en el interior del recinto amurallado llegaron a su límite como consecuencia del aumento de población. Este crecimiento urbano fue denominado «ensanche barroco» y como fruto del mismo, junto con esta plaza, se levantaron sus tres destacados palacios: El Palacio Municipal o Ayuntamiento, El Palacio de Llano Ponte o Casa de García Pumarino y el Palacio de Ferrera.

Hoy en día la Plaza de España está considerada como el kilómetro cero de Avilés. Es lugar muy frecuentado por los avilesinos, y también turistas que llegan a la villa para disfrutar de su monumental entorno y de su gran ambiente animado con múltiples bares, cafeterías y terrazas.
De ella parten las calles más típicas y concurridas de la ciudad: La Ferrería, La Cámara, Rivero, San Francisco y La Fruta.

AYUNTAMIENTO DE AVILÉS
Fue el primer edificio noble levantado fuera de la ciudad amurallada, al sur de la misma, lo que significó, desde el punto de vista urbanístico, el inicio de un gran avance para Avilés. El ayuntamiento fue construido en el siglo XVII, siguiendo los planos del arquitecto Juan de Estrada, que se inspira en el recién construido Ayuntamiento de la capital del Principado.
El edificio que alberga las consistoriales está compuesto por dos plantas. En su tiempo, la inferior, bajo soportales, se alquilaba para destinarla a actividades comerciales con una estancia adicional superpuesta, que siglos más tarde se reprodujo en la plaza del Mercado (o de los Hnos. Orbón). El primer piso acogía, fundamentalmente, dos grandes salas de reunión y pequeños espacios donde se desarrollaba la, entonces escasa, actividad municipal.
En el siglo XIX se le añade una torre con reloj. Hoy día el palacio está dedicado íntegramente a labores de orden político administrativo. En su interior son destacables la escalera central, dominada por una vistosa cristalera y un excelente salón de recepciones.
La posterior construcción de la noble casa de García Pumarino y del palacio del Marqués de Ferrera, constituyó el inicio de la primera expansión de la ciudad medieval que veía estrangulado su crecimiento por el recinto amurallado. Este desarrollo urbano es conocido como “el ensanche burgués”. Y dio origen a la plaza de España y al nacimiento de dos calles: Rivero, el camino Real a Oviedo y Galiana, en dirección a la zona agrícola de Grado.
El Ayuntamiento sufrió serios desperfectos, por bombardeos, en la Guerra Civil de 1936.

CALLE LA FERRERÍA
Es la calle con más vestigios del Avilés medieval no en vano era la principal entre las que discurrían dentro de las murallas de La Villa. El baluarte defensivo fue, desgraciadamente, demolido en el siglo XIX. Pasear por La Ferrería es introducirse en el túnel del tiempo, al que llevan sus edificios y su conformación urbana cargada de siglos.

El Avilés amurallado, de la Edad Media, se componía fundamentalmente de tres calles, que configuraban una especie de hache. La de La Ferrería, la de La Fruta y la pequeña calle del Sol, que unía las anteriores.

PALACIO DE VALDECARZANA
Conocido como Palacio de Valdecarzana y como casa de las Baragañas. Data del siglo XIV y se trata del edificio civil más antiguo de Avilés.

Valdecarzana es el más claro vestigio de arquitectura gótica de la ciudad. Destacan en él las ventanas geminadas de la primera planta, que se conservan en muy aceptable estado. Es un edificio medieval que, se cree, fue residencia de un rico mercader que utilizaba la planta baja como tienda y almacén de sus productos y la alta como residencia familiar.

IGLESIA DE SAN ANTONIO
Antes, Iglesia de los Padres Franciscanos. Es el edificio de Avilés con mayor antigüedad conservado hasta hoy. Durante siglos fue la parroquia de San Nicolás de Bari. Construida entre finales del XII y XIII, su factura original responde al estilo románico.

Destaca su portada principal, parcialmente restaurada. No obstante, a pesar del desgaste de la piedra –conviene recordar que la iglesia estuvo durante siglos al lado del puerto– aún conserva algunos capiteles primitivos identificables, son representaciones alegóricas, como uno con motivos felinos, pero el más destacado y nítido es el primero de la derecha, que muestra a Adán y a Eva en la bíblica escena del “pecado original”.

La iglesia alberga, en un mausoleo a la izquierda del altar, los restos del marino avilesino, Pedro Menéndez de Avilés, fundador de San Agustín de la Florida, la ciudad más antigua de los EE.UU. de América. Fallecido en 1574, dejó dispuesto su testamento su enterramiento en esta iglesia.

CAPILLA DE LOS ALAS
Una de las más importantes joyas arquitectónicas del Avilés y de la Asturias medieval, concretamente del siglo XIV, periodo de transición del románico al gótico. La familia Las Alas, poderosos mercaderes medievales avilesinos, quiso levantar una capilla funeraria para enterrar en ella a los suyos. Lo hizo en el cementerio de la ciudadela medieval, situado al lado izquierdo de la entonces parroquia de San Nicolás de Bari (hoy Iglesia de los Padres Franciscanos).

Es un pequeño y sobrio edificio, de planta cuadrada, de una belleza arquitectónica realmente notable. Fachada de una planta donde destacan el escudo nobiliario de la familia y una preciosa portada, de estilo protogótico, adornada con rostros barbados en unos casos y alados en otros.

PARQUE DEL MUELLE
Ha sido el parque tradicional de Avilés, desde su construcción a finales del siglo XIX hasta la década de los setenta del XX, justamente cuando se recuperó para la ciudad el parque de Ferrera.

Edificado sobre antiguos terrenos de marisma, es uno de los símbolos de crecimiento avilesino entre los siglos XIX y XX. El parque fue uno de los espacios ganados entonces a la mar, lo que también hizo que se desplazara el puerto, de origen medieval y situado al lado del templo de los Franciscanos, hacia la margen izquierda de la ría.

Un magnífico quiosco de música que ofrecía antes los conciertos festivos de la banda municipal, sirve hoy de escenario a varios festivales en verano.

En el extremo sur destacan la rosaleda, 12 estatuas y una preciosa fuente. Al lado opuesto, la estatua de Pedro Menéndez y el monumento a la foca, todo un emblema de la ciudad.

IGLESIA VIEJA DE SABUGO
Situada en la plaza del Carbayo, en el medieval barrio de Sabugo. Se trata de un monumento muy bien conservado y, aunque pequeño, su conjunto compone una delicada armonía de líneas.

Templo parroquial del antiguo barrio marinero de Sabugo, iniciada en el siglo XIII y finalizada mucho tiempo después, reflejando los estilos románico y protogótico. En su fachada lateral se encuentra la “Mesa de los Mareantes”, donde, en época medieval, se reunían los pescadores para planificar sus campañas de pesca.

PLAZA DEL CARBAYO
Plaza de mucha solera. Es el centro neurálgico del singular y durante muchos siglos marinero barrio de Sabugo, el único que en la Edad Media existía extramuros de la Villa avilesina. La plaza actúa como distribuidora de barrio. De ella salen, y a ella confluyen, la secular calle de Bances Candamo (avilesino, destacado autor teatral del siglo XVII en la Corte Madrileña) con aceras soportaladas. Y la calle de La Estación paralela a la anterior. Ambas entroncan más abajo con la de Carreño Miranda (otro avilesino famoso en el XVII, fue pintor de cámara del rey Carlos II).

Durante muchos siglos los habitantes de Sabugo se dedicaron a labores marineras. No solamente faenaban en la mar, sino que contaban con carpinteros de ribera (antiguos astilleros artesanales) que construían las embarcaciones favorecidos por la cantidad de zonas boscosas que, entonces, existían en Avilés, sobre todo en el Carbayedo, uno de los barrios más tradicionales en la zona alta de la ciudad y que debe su nombre precisamente a su antigua condición vegetal.

IGLESIA DE SANTO TOMÁS DE CANTERBURY
La imagen de catedral de la Iglesia de Santo Tomás de Canterbury concita los deseos de modernidad, expansión urbana e incremento demográfico que vivía la antigua villa marinera a finales del siglo XIX, coronando el ensanche burgués de la nueva ciudad.

A finales del siglo XIX el pequeño templo románico de Sabugo, el viejo barrio marinero de Avilés, se había quedado pequeño para acoger a todos sus feligreses. Toda la ciudad se movilizó para construir un nuevo templo que fuera símbolo del progreso que entonces vivía Avilés: el Ayuntamiento, la burguesía local, incluso los emigrantes avilesinos en Cuba no dudaron en aportar su dinero y su esfuerzo para que el proyecto se hiciera realidad.

Órgano sinfónico: Gracias a la aportación de particulares, empresas y fundaciones, la iglesia posee desde el año 2010 un órgano sinfónico obra del constructor Federico Acitores, el segundo más grande de Asturias, tras el de la Basílica de Covadonga.

Lignum Crucis: Desde que en el año 1953 recibiera, por intercesión del obispo Lauzurica, un fragmento de la reliquia de Lignum Crucis que se conserva en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria), ésta ha pasado a ser el tesoro y el símbolo de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y de la Santa Vera Cruz, que venera desde antiguo a la Virgen en su advocación de Nuestra Señora de la Soledad. La astilla de madera se mostrará en una hornacina de madera de castaño, obra del ebanista Paco Cueva.

CASA DE ELADIO MUÑIZ
También conocida como de Josefina Balsera, es una magnífica mansión construida en 1903, en lo que entonces comenzaba a ser la parte moderna de la ciudad.

La emigración de avilesinos a América tenía Cuba como principal destino. Los lazos entre el país antillano y nuestra ciudad han sido históricamente muy estrechos. Eladio Muñiz, uno de los indianos de Avilés que tuvo la suerte de hacer fortuna en Cuba, levantó esta morada con ínfulas palaciegas a su regreso.

Presenta una fachada espectacular, en rotonda, de tres plantas y un ático con bóveda y una preciosa torre mirador. En 1903, su fecha de construcción, no había edificaciones en altura que impidieran una vista privilegiada, desde esta torre, de gran parte de la ciudad y sobre todo del estuario avilesino.

PLAZA DEL MERCADO O DE LOS HERMANOS ORBÓN
Quizá sea el más singular espacio arquitectónico de Avilés. Su perfecta simetría y el hecho de que la plaza esté completamente rodeada de galerías es lo que le da una originalidad impactante.

Al igual que el parque del Muelle, la nueva plaza del mercado fue edificada desecando terrenos de marisma y canalizando subterráneamente el río Tuluergo, que discurría por la actual calle de La Muralla.

Este original espacio arquitectónico fue construido en la segunda mitad del siglo XIX. De forma rectangular, vierte hacia las calles que lo rodean vistosos balcones y miradores, y hacia el interior galerías de madera contenidas por columnas de hierro, adornadas con rejería, que conforman en todo el conjunto perimetral unos soportales de considerable altura. Bajo los mismos se ordenan, en bajo y entresuelo, locales comerciales. Tiene cuatro entradas.

PALACIO DE MAQUA
Noble edificio levantado en plena calle La Cámara, cuando ésta ya comenzaba a ser la principal vía de la ciudad. La familia Maqua edifica su residencia, entre los siglos XIX y XX. siguiendo los gustos de la burguesía de la época: edificio de moderna construcción, que incorpora detalles historicistas. En este caso el gótico.

La distribución interior gira en torno a un patio interior que se cierra en galerías con un notable trabajo en marquetería en sus pisos altos. Este último con una curiosa y excelentemente trabajada decoración floral. En el exterior destacan, el alero y hermosos miradores, con motivos góticos. Fue rehabilitado en 1983 y en 1997.

CALLE LA CÁMARA
Su recorrido marca los límites de la antigua zona amurallada, siendo el primer eje comercial de la ciudad moderna. Su tránsito establece el límite sur-oeste de la antigua zona amurallada entre la Plaza de España y la calle la Muralla. Sus fachadas son un reflejo de la ampliación urbana de la ciudad a partir del siglo XIX.

CALLE SAN BERNARDO
Una de las vías de entrada a la ciudad medieval, debe su nombre a un antiguo convento de Monjas Bernardas existente en la calle hasta el siglo XIX. El frente del antiguo monasterio cisterciense de monjas Bernardas ocupó la parte derecha del primer tramo de la calle desde 1552 hasta 1869.El monasterio fue demolido en el siglo XIX, no quedando vestigios de sus restos.

En el extremo sur, esquina con calle la Cámara, se ubicó una de las puertas de entrada de la muralla medieval. Su recorrido iba paralelo al límite oeste del recinto amurallado.

Restos de los cimientos de la muralla se podían contemplar en el suelo vidriado de una popular sidrería ubicada al principio de la calle, en este momento cerrada. Su tránsito peatonal permite un cómodo paseo entre artesonadas fachadas balconadas, hasta la impresionante fachada barroca del Palacio de Camposagrado.

PALACIO DE CAMPOSAGRADO
Finalizada su construcción en el siglo XVII es, desde entonces, el palacio mas destacado de Avilés. Algunos expertos señalan su fachada sur como el mejor ejemplo del barroco asturiano. Consta de dos fachadas muy diferenciadas: la norte, situada en la calle de La Muralla. La sur, en la plaza de Camposagrado, es de una gran vistosidad y elegancia arquitectónica. La fachada norte del palacio paralela a la antigua muralla, consta de dos plantas, la primera compuesta por una hermosa galería de arcos que constituían un elemento más de vigilancia hacia lo que viniese de amenazante por la mar (en aquel tiempo piratas en busca de botín); el conjunto remite a la arquitectura renacentista. La segunda planta consta de balcones que se corresponden con los arcos y huecos inferiores, adintelados, flanqueados de escudos laterales que matan las aristas de las esquinas.

La parte sur, atribuida a los hermanos Menéndez Camina, arquitectos avilesinos, presenta una construcción magnífica. Consta de dos torres laterales simétricas, ambas blasonadas, y un cuerpo central rectangular, donde destaca el monumental escudo del morador (Bernaldo de Quirós, marqués de Camposagrado). Tomando como referencia el escudo, se puede apreciar en los balcones centrales distintas columnas que van cambiando de estilo a medida que se va descendiendo hacia el bajo. Todo ello le da una apariencia de retablo, lo que constituye otro elemento sumamente singular del palacio. Igualmente son destacables los abundantes elementos decorativos de esta fachada.

En 1809, durante la Guerra de la Independencia, los franceses, no sin la oposición armada de los avilesinos, constituyeron aquí su cuartel general.

CALLE LA FRUTA
Una de las principales calles de la ciudadela medieval amurallada que transformó su fisonomía a partir del siglo XIX.

En su extremo sur, al lado del Ayuntamiento, estuvo ubicada una de las puertas de la desaparecida muralla, denominada la Puerta del Reloj. Su trazado original era soportalado, similar al de la Ferrería, mudando su aspecto a finales del XIX con hermosas fachadas balconadas.

En mitad de su tramo se abre la Calle del Sol, vía de conexión con La Ferrería. En este punto se puede apreciar el diálogo visual que establecen las fachadas de los Palacios de Camposagrado y Ferrera, trasladándonos al cuadro barroco de la villa en el S. XVII.

En la actualidad concita usos residenciales, comerciales y hoteleros, con las zonas de ambiente familiar y hostelero de las calles adyacentes, otorgándole un carácter de paseo y encuentro tradicional.

PALACIO DE FERRERA
El Palacio del marqués de Ferrera, hoy convertido en hotel, es uno de los cuatro (junto con el municipal, el de Camposagrado y el de García Pumarino) que componen parte de la espléndida herencia barroca de la ciudad.

El Palacio de Ferrera (así es conocido en la ciudad) fue construido entre los siglos XVII y XVIII, en uno de los extremos de la plaza de España y ennobleció la salida hacia Grado por la calle Galiana, también de la misma época. Su emplazamiento conjugó arquitectónicamente su unión con la iglesia de San Nicolás de Bari, cuando ésta era aún convento de los Franciscanos.

Es un edificio de gran sobriedad, en el que destaca la irregular planta de su torre. A la plaza de España se abre su fachada principal, con balcones adintelados y el escudo de armas del marqués. La entrada principal, muy amplia, conserva un firme empedrado que facilitaba el acceso de carruajes a la mansión.

Pero lo que le da personalidad al edificio es su torre en escuadra, una de las más originales de la arquitectura civil asturiana. De cuatro plantas y coronada por un mirador con balaustrada de rejería, la torre se orienta hacia la plaza y dispara la fachada, en ángulo, hacia la iglesia de San Nicolás de Bari. Al costado surgen los Caños de San Francisco.

El interior del palacio tiene salones de una gran belleza, entre los que destaca la biblioteca, un considerable espacio rectangular que vierte, en una notable fachada con galerías hacia el interior del edificio, concretamente a un magnífico “jardín francés” que viene a complementar el gran parque público de Ferrera.

IGLESIA DE SAN NICOLÁS DE BARI
Antiguo convento de la comunidad franciscana, que edificó al llegar a Avilés en el siglo XIII. Desde entonces sufrió continuas modificaciones, la última de ellas en 1960. Se construyó en el siglo XIII, extramuros de la ciudadela amurallada. La orden franciscana tenía por costumbre alejar sus templos de las urbes. Se ha especulado que los padres franciscanos aprovecharon la existencia de un templo prerrománico, en el actual emplazamiento, para instalarse en nuestra ciudad (signos como un fragmento de cancel prerrománico, actualmente incrustado en la pared del claustro, da motivos para quienes mantienen esta teoría).

Conserva signos de la identidad histórica avilesina, como la pila bautismal: un capitel de alabastro, al que muchos expertos señalan como uno de los pocos vestigios del dominio del Imperio Romano en el Avilés de principios de la era cristiana.

A lo largo de los siglos, el convento sufrió numerosas modificaciones y lo que se conserva como auténtico es el pórtico de la fachada norte, transición arquitectónica del románico al gótico. Del siglo XVII es el claustro, que incorpora una sala capitular románica del siglo XIII. De este siglo también es, un interesante fresco, descubierto hace poco tiempo.

FUENTE DE LOS CAÑOS DE SAN FRANCISCO
Representa uno de los símbolos arquitectónicos más emblemáticos del casco histórico de Avilés. Su situación, entre el Palacio de Ferrera y la iglesia de San Nicolás de Bari, ayuda a realzar este original monumento del siglo XVII.

A finales del siglo XVI comienzan las obras destinadas a canalizar la traída de aguas hacia Avilés, tomando como origen la zona alta, en los alrededores de La Villa, concretamente en el sitio conocido como Valparaíso. Anteriormente el agua bajaba libremente por cauces, lo que no resultaba muy higiénico y lo que es peor, era un peligroso foco de enfermedades, por tanto, se acomete la obra de canalizarla. La labor, que dura siete años, dio origen a fuentes públicas en la ciudad y es esta de San Francisco la que se conserva de aquel tiempo. La de los caños de Rivero es de construcción más tardía. La fuente de los Caños de San Francisco es un monumento singular. Consta de un frontal de la que surgen seis cabezas humanas que emanan el agua hacia un pilón rectangular que adopta forma ovalada en su centro. Por encima de tres de las cabezas figuran elementos heráldicos: en los laterales, dos escudos de Avilés y en el centro, el de armas del reino de Castilla. Los avilesinos estuvieron años sirviéndose del agua de estas fuentes para su uso doméstico. Antiguamente el pilón cumplía la función de abrevadero para el ganado.

CASA MUNICIPAL DE CULTURA
Arquitectónicamente constituye un destacado diseño vanguardista con dos magníficas fachadas, bien diferenciadas. Interiormente destaca la solución en la interconexión de espacios y la transparencia interior de los mismos.

El Ayuntamiento decidió en la década de los ochenta del siglo XX, la construcción de una nueva Casa de Cultura que atendiese la creciente demanda cultural de la sociedad avilesina. Para ello convocó un concurso público de anteproyectos, que fue ganado por los arquitectos José Luis Arana y Mará Aroca. De la filosofía del proyecto ganador destaca que el edificio fuese punto de unión del centro de la ciudad con el parque Ferrera, aprovechando así el tráfico peatonal para una mayor difusión de la oferta cultural. En el hall, paneles de cristal facilitan la comunicación, por transparencia, entre este espacio y la primera planta donde el aprovechamiento de la luz natural es notable. La entrada principal, situada en la plaza Álvarez Acebal, guarda armonía con el entorno: sencillez en la piedra de la fachada, de la que sobresalen modernos miradores, tan característicos de la arquitectura de la zona cantábrica. Por el contrario, la fachada que vierte hacia el parque de Ferrera tiene una solución vanguardista realmente impactante.

El edificio, con unos 5.000 m2 de superficie, alberga: Servicio de préstamo de libros, salas de lectura para adultos y niños. Para el desarrollo de actividades cuenta con un auditorio (677 plazas), sala de conferencias (108 plazas), sala de exposiciones y sala de reuniones de sociedades (filatelia, numismática, etc).

PALACIO DE BALSERA
Conservatorio Municipal de Música. Edificado a principios del siglo XX, se trata de un palacio de volúmenes muy bien compensados, de cargada ornamentación y coronado por una vistosa torre historicista. El Ayuntamiento lo adquirió en la década de los ochenta para albergar el Conservatorio, que imparte enseñanzas de grado profesional: instrumentos básicos de orquesta. Se singulariza en clases de piano, guitarra y percusión.

El palacio de Balsera es un ejemplo de construcción con que la pujante burguesía avilesina de principios de siglo, muy culturizada estéticamente, levantaba edificios deslumbrantes en unos casos y generalmente sujetos a modelos constructivos a la moda imperante, y en otros a estilos arquitectónicos históricos. Hoy, perfectamente han desaparecido los espléndidos jardines versallescos que complementaban la mansión, y que ocupaban toda la margen derecha de la calle Julia de la Riva.

El palacio fue levantado como morada de Victoriano Fernández Balsera, enriquecido sobre todo gracias a los beneficios que supuso para España la neutralidad en la Primera Guerra Mundial. Fernández Balsera regentaba una empresa de coloniales y aún se pueden ver al inicio de la carretera de San Juan, sus imponentes naves industriales.

Edificio muy vistoso, ha sido restaurado recientemente, podemos apreciar el resalte de ornamentación del palacio. En el interior destaca la elegante escalera, que se abre en forma de uve hacia la primera planta, así como la bóveda de cristal emplomado. Las azoteas y el mirador de la torre son un magnífico observatorio sobre la belle e histórica zona donde está ubicado.

CASA DE ARIAS DE LA NOCEDA
No solo destacan los soportales en la calle Galiana, también hay edificios relevantes que ayudan, aún más, a realzarla. La del indiano Arias de la Noceda, es uno de ellos. Avilés no fue ajena al éxodo migratorio (finales del XIX y varias décadas del XX) en busca de trabajo, los emigrantes de esta ciudad lo hacían preferentemente a Cuba. El puerto de Avilés era testigo regular de su partida. Algunos, lo menos, hicieron fortuna. Y a su regreso jugaron un papel fundamental en el progreso que experimentó la ciudad a principios del siglo XX: el llamado “ensanche burgués”.

A pesar de que la singularidad de la calle Galiana le viene dada por la zona soportalada, hay en la parte izquierda ascendente de la misma, edificios relevantes de distinta factura. No en vano fue esa una zona residencial, desde hace más de un siglo, claramente diferenciada de la gente humilde que moraba al otro lado de la calle.

El más llamativo de esos edificios es el de los Arias de la Noceda, construido en 1883. Se trata de una casa de indiano, con su inconfundible firma vegetal al lado de la misma: la palmera. La fachada principal se compone de un cuerpo central y dos laterales y en ella destacan elementos metálicos de un tono rococó, por ejemplo, la marquesina, de hierro y cristal, de la entrada principal. También son significativas las fachadas laterales y sobre todo la trasera con galerías que da a la zona ajardinada de la casa, fronteriza con el parque de Ferrera. En el interior destaca una imponente escalera que sirve de acceso a la primera planta y una cúpula. Actualmente es sede de los servicios sociales y de consumo del Ayuntamiento avilesino.

CALLE GALIANA
Es, junto con la de Rivero, de las más singulares y populares calles de la ciudad. La parte soportalada, contemplada desde su inicio en la plaza Álvarez Acebal, forma un encantador laberinto interminable a la vista.

Construida en el siglo XVII, coincidiendo con la expansión de la ciudad fuera del conjunto amurallado. Tiene una gran zona totalmente soportalada: son 252 metros a cubierto. Muchos de los edificios construidos entonces siguen hoy existiendo sin muchas alteraciones.

El modelo constructivo se basa en lo que ya era tradición en la ciudad: el soportal, que cobijaba de la lluvia y del sol a los artesanos, cuya actividad era muy intensa, y los lugareños que se dedicaban a estos menesteres podían trabajar bajo techado al aire libre, teniendo el almacén en la planta baja y la vivienda en el piso superior. Presentan una singularidad respecto a otras calles soportaladas: las partes traseras de las viviendas tenían, y tienen, su huerto, con lo que los moradores disponían de una buena despensa alimenticia y también servía para cobijar, preferentemente, ganado vacuno.

Otra característica de Galiana es el pavimento de los soportales, dividido en dos partes: empedrado para el tránsito de ganado y otro de loseta para los ciudadanos. Hay que resaltar las espléndidas balconadas que dan a la calle, algunas de ellas de época. En el lateral final se levanta la capilla de Jesusín de Galiana, en origen del siglo XVII aunque la fábrica actual es del XIX.

Todo ello hace de esta calle un incomparable espacio urbano, hoy reconvertido en zona lúdica. Desde 1987 se ha singularizado festivamente por discurrir por ella el Descenso Fluvial, el evento más original de las fiestas de carnaval (o antroxu) avilesino, el más destacado del norte de España.

PLAZA DEL CARBAYEDO
Fue en su tiempo una amplia zona boscosa, de donde viene su nombre, carbayo es la denominación del roble en asturiano. Conserva las huellas de lo que fue el entorno rural de la antigua villa marinera. Al final de la Calle Galiana se abre el parque del Carbayedo, una amplia zona verde rodeado de casas populares, con vestigios de la antigua identidad agrícola, hoy reconvertido en zona de establecimientos gastronómicos y esparcimiento familiar, por el día, y ambiente juvenil en la noche.

La zona del Carbayedo, integrada en la trama urbana de la ciudad a partir del siglo XVII, fue en su época una zona boscosa y agrícola. Hasta mediados del siglo XX fue la sede de la feria de ganados, conservándose el antiguo abrevadero para animales transformado hoy en fuente.

Igualmente está presente el horreo, símbolo de la arquitectura rural asturiana, que tiene por función servir de granero para el almacenamiento de los productos de la huerta, poniéndolos a salvo de la humedad y los roedores.

En la parte alta de la plaza se encuentra la capilla donde se venera a la imagen de Jesusín de Galiana. La capilla actual, edificada en 1892, ocupa el lugar de la antigua capilla de San Roque, patrón de la zona. En el pequeño templo se pueden contemplar tres de las imágenes procesionales más destacadas de la Semana Santa avilesina: Jesusín de Galiana, La Dolorosa y San Juan Evangelista.

PARQUE DE FERRERA
Avilés cuenta con trece parques públicos que ocupan una superficie de 272.000 m2. El mayor (81.000 m2) y más utilizado es el de Ferrera, uno de los más importantes y vistosos de Asturias.

El parque de Ferrera, el pulmón del centro de la ciudad, es un espacio natural amplio, bello y tranquilo que cientos de personas, de todas las generaciones, aprecian y disfrutan diariamente.

Durante siglos fue propiedad de los sucesivos marqueses de Ferrera, formando parte de la finca del palacio del mismo nombre. El Ayuntamiento de Avilés lo adquirió para uso público, siendo inaugurado por el Rey Juan Carlos I en mayo de 1976.

Está dividido en dos partes claramente diferenciadas: el parque de “estilo inglés” y el “Jardín Francés”. El primero combina espacios abiertos de pradería, estanque acuático y zonas boscosas con ejemplares centenarios de tejos, cedros, pinos, robles, abedules, castaños, etc. El segundo posee todos los elementos que definen un jardín palaciego: arbolado, pérgolas, fuentes y trazados singulares de boj configurando los parterres.

El parque está dotado de abundante mobiliario de descanso, además de servicios como: parque infantil, zonas señalizadas y técnicamente dotadas para ejercicio deportivo, incluyendo aparatos gimnásticos, hemeroteca, templete musical, aula de medioambiente, baños públicos, etc.

Se abre a las 7,00 horas y se cierra a las 23,00, teniendo cinco entradas: por las calles Galiana, Rivero, Cervantes, del Marqués y a través del vestíbulo de la Casa Municipal de Cultura.

CALLE DE RIVERO
Una de las más tradicionales de la ciudad. Es la más transitada de las antiguas calles, dada su proximidad con importantes barrios de alta densidad demográfica. Una calle con al menos cinco siglos de historia. La primera mención que se conserva de la misma data de un acta municipal de 1485: era un arrabal fuera de las murallas de Avilés. Posteriormente, en el siglo XVII, se construyeron viviendas hasta convertirla en una importante calle, ya que era el Camino Real a Oviedo, que partía de la, entonces naciente, plaza de España.

Discurría cerca de la riba avilesina, que antes llegaba hasta las inmediaciones de la calle y cubría gran parte de lo que ahora es el actual Avilés. De ahí el nombre de Rivero: porque la calle estaba situada a la ribera de la ría.

Al igual que otras de la ciudad, fue zona de artesanos. Una de las más populares de Avilés, a la que no es ajena la personalidad de sus vecinos que muestran un orgullo constante por “su Rivero”. Es una vía muy concurrida pues es paso obligado de los habitantes de los populosos barrios del extrarradio hacia el centro de la ciudad. Al igual que otras calles históricas de Avilés es zona peatonal, lo que hace el paseo por ella muy agradable.

PALACIO DE LLANO PONTE O CASA DE GARCÍA-PUMARINO
Este elegante edificio, del siglo XVII, responde a un proyecto más de los excelentes arquitectos avilesinos Menéndez Camino que siguieron al del Ayuntamiento. La armonía de fachadas entre ambos sigue siendo notable. Rodrigo García Pumarino fue un indiano que amasó una considerable fortuna en Perú. Al regresar a su tierra acomete la construcción de su vivienda, al inicio de la calle Rivero y encarga el proyecto al arquitecto avilesino F. Menéndez Camina (hijo).

Aunque su fachada (lo único que se conserva actualmente) es más ornamentada, sigue el esquema del Ayuntamiento, que por entonces ya tenía treinta años. Y como no, incorpora el soportal: con siete arcos hacia la calle y ventana sobre cada uno de ellos, los laterales acogen un balcón en el piso superior. El interior, de considerables dimensiones, teniendo en cuenta la estrecha fachada, constaba de capilla y numerosas habitaciones entre las que destacaba un enorme salón.

Más tarde la mansión fue adquirida por una familia noble, los Llano Ponte, que hace de ella su residencia, lo que conllevó reformas en la calle. Hasta hace poco, albergó salas de cine que llevaban el nombre de “Marta y María”. El hecho de bautizar así los cines se debió a que el escritor asturiano Palacio Valdés vivió frente a este edificio durante años y según cuenta se inspiró en la espléndida casa para escribir la novela que lleva ese título.

Armando Palacio Valdés, aunque no nació en la ciudad, pasó años de niñez y primera juventud en esta calle. Una de sus obras, “La novela de un novelista”, narra sus aventuras infantiles por Rivero y otras zonas avilesinas.

TEATRO PALACIO VALDÉS
La gran vistosidad del teatro llamará más la atención del visitante cuando sepa que este edificio fue construido cuando Avilés tenía 12.000 habitantes.

Inaugurado en 1920, cerró sus puertas en 1972. En el año 1992 se reinauguró después de proceder a su completa restauración. La movilización de colectivos ciudadanos fue crucial para su nueva puesta en marcha.

Con diseño del arquitecto Manuel del Busto, presenta una lucida fachada neobarroca. Interiormente adapta la estructura de teatro “a la italiana”: auditorio con planta de herradura y varios pisos con palcos y galerías. Con capacidad para unos 750 espectadores, forma parte de la Red Nacional de Teatros. Agosto es el mes fuerte en programación.