En el gran pebetero se prende el fuego purificador y en honor a Mercurio, dios del comercio y bajo sus auspicios, queda abierto el Mercaforum.
De repente, toda esa solemnidad y pompa se transforma en bullicio embriagandonuestros sentidos con las dulces flautas de los cómicos, los vivos colores, los variopintos tenderetes que ofrecen mercancías tanto oriundas comoexóticas, eltacto de lastelas o esa amalgama de olores que prometen deleite y placer con tan distintos sabores.
Tras haber degustado, olido, palpado, la caída de la noche nos anuncia la presencia de nuestro más insigne maestro: Marco Fabio Quintiliano, quien con su excelsa oratoria nos hará recordar con nostalgia las bondades de nuestra amada Calagurris.
El Mercado es un continuo fluir de gente, donde nadie queda indiferente ante el esplendor de esta ciudad romana que renació de sus cenizas para alcanzar fama y gloria en todo el imperio.
Cae la noche, y con ella, la clausura del Mercado. Los legionarios se abren paso por las calles custodiando al pretor Poncio Pilatos en su traslado a la Fortaleza “Torre Antonia”. Allí escuchará asombrado, el relato de su esposa, Claudia Procula, inquieta por unos extraños sueños donde él, su marido, será juez y parte en la condena de un justo castigado con la cruz. Esta escena da preludio a nuestra Semana Santa con la representación de la Pasión de Cristo (Jueves Santo 21:00).